miércoles, 18 de julio de 2012

Sweet Surrender


Título: Sweet Surrender
Autora: Auburn-Witch
Traductra: Cecii Yaoii~

Fandom: Johnny's Entertainment
Pairing: Sakuraiba (Matsumiya aparte)
Capítulos: 5
Chapter rating: NC17
Disclaimer: Ellos hacen tormenta, no yo.
Warning:  Esto puede parecer un poco cursi, pero hay escenas muy explícitas de BDSM.

Summary: Sakurai Sho es un dominante en busca de BDSM algo más afectivo, quien conoce a Aiba Masaki, un sumiso sin salir aún del closet, ocupado en unir parejas y guardando secretos. Al momento de conocerse y confiar el uno en el otro, se ponen en marcha en su camino hacia una relación equilibrada, funcional y pasional de BDSM.

[El fic original lo pueden encontrar en este link~ http://auburn-witch.livejournal.com/13415.html#cutid1]

Algunas personas necesitan ser atadas para ser libres.

Muy pocos de los clientes del club se dieron cuenta que había algo fuera de lo común, que faltaba alguien. Era porque muy pocos de ellos habían estado ahí antes. El Club Pikanchi era relativamente nuevo, y era muy poco común que alguien fuera a ese lugar dos veces. En realidad no era un signo de que a la gente le desagradara el lugar, si no más bien una prueba de que los clientes han obtenido lo que querían y no veían necesidad de volver.

Sin embargo, una persona notó la diferencia en el club. Aiba Masaki, el barman. Estaba detrás del mostrador, mezclando otro Matchmaker's Delight, pero estaba constantemente echando un ojo a quien entraba y salía por la puerta.

“¿Esperando por alguien?” preguntó su colega Ohno Satoshi al momento de caminar hasta el mostrador. “Ah, y han ordenado otro Delight.”

“¿Quién?” preguntó Aiba de inmediato, mirando a Ohno.

“La chica junto a la ventana,” dijo Ohno, encogiéndose de hombros en dirección a la chica.

“Bien, ¿cómo es?” continuó Aiba, volteándose para verla.

“Tímida,” dijo Ohno, echando un vistazo por encima de ella. “Más bien bonita. No como para conversar.”

“¿Vino sola?”

“Eso creo”

“Perfecto,” dijo Aiba, sonriéndole alegremente a Ohno. “Primero sirve esto al chico sentado al lado de la escalera. Ah, ¿podrías mencionarle a su amigo que hay un pájaro extraño sentado en el techo de la casa opuesta a la calle, claramente visible desde la ventana?”

“¿Por qué?” preguntó Ohno, confundido. “¿No era el chico que ordenó este trago el que está interesado en aves, y no su amigo?”

Aiba sólo le sonrió.

“Exacto.”

Ohno suspiró, negando con la cabeza a Aiba.

“Un día tendré que entender cómo lo haces,” dijo, viéndose resignado. “Hasta que eso pase, ni siquiera preguntaré”

“Sólo sírvelo,” dijo Aiba, acercándole el trago por encima del mostrador. “Yo haré el resto.”

Ohno se alejó del bar, caminando hacia el amante de aves y su amigo. Sonrió cortésmente mientras servía el trago y hablaba sobre el extraño pájaro a su amigo. El amigo sólo asintió, confundido, pero el amante de aves miró a Ohno con interés antes de echar un vistazo a la ventana... notando a la chica.

“Bingo,” murmuró Aiba, complacido con cómo iban las cosas. “Ahora a la siguiente fase.”

Sin embargo, antes de haber tenido tiempo para hacer otro Matchmaker’s Delight, su teléfono vibró. Si no hubiese sido por las letras intermitentes que ponían “Mocoso Molesto” en la pantalla, no hubiese contestado la llamada.

“¿Nino?” dijo en un tono silencioso, inclinándose hacia atrás. “Hey, he estado tratando de contactarte hace años, o por lo menos desde la semana pasada. De todos modos, ¿dónde has estado estos días? Es tan extraño trabajar sin tenerte al rededor del bar quejándote de tu miserable vida amorosa...”

“Más despacio,” rió Nino, y Aiba se sintió de algún modo aliviado al escuchar la voz de su amigo de nuevo. “Escucha, he estado un poco ocupado últimamente, pero he estado pensando en ir al bar más tarde esta noche.”

“Suena estupendo,” dijo Aiba, sonriendo, “Te daré algo de la casa.”

“En realidad, no voy a ir solo,” confesó Nino, sonando un poco avergonzado.

“Oh,” dijo Aiba, pausando para pensar en las palabras de Nino y dándose cuenta de lo que estaba diciendo. “Ah. Quieres decir... ¡No puede ser! ¿Cómo se llama? ¿Edad? ¿Cuándo lo conoceré?”

“Creí haber dicho algo de ir más despacio antes,” interrumpió Nino, divertido. “Y por supuesto que lo conocerás esta noche. Es estupendo, estoy seguro te agradará.”

“No creo,” dijo Aiba estando en desacuerdo, con tono de broma. “No podré escuchar más cómo te quejas de tu vida amorosa, y es su culpa.”

“Entonces me quejaré de otras cosas,” dijo Nino, y Aiba podría jurar que se encogió de hombros al decirlo. “Se resolverá. Pero vendremos más tarde, ¿ok? Con un par de otras personas, tal vez. Algunos de sus amigos están hablando de querer ir.”

“¿Los podré emparejar?” preguntó Aiba entusiasmado, haciendo reír a Nino de nuevo.

“A decir verdad, parece que el rumor de las habilidades de emparejar del Club Pikanchi ha llegado hasta sus oídos, así que ya están advertidos,” dijo. “Aún así, muchas personas van estos días a causa del rumor, ¿no es así?”

“Sip,” dijo Aiba, con un aire más bien de suficiencia. “Hablando de eso, tengo un trago que mezclar, pero te veo luego.”

Colgó de inmediato, un poco culpable por su larga ausencia en el bar, pero aún así muy entusiasmado mientras volvía al club.

El Club Pikanchi era un lugar calmado. Habían muchas mesas, todas ellas circulares y rodeadas de unas elegantes y negras sillas. El resto de la habitación estaba llena de cosas verdes, con las paredes siendo de una sombra oscura de color verde y las cortinas de un claro, matiz suave. La luz venía de velas de cera y lámparas de aceite, emitiendo un aura misteriosa sobre todas las personas y haciendo cada rostro fascinante, embriagador. La música de fondo era un suave piano y se mezclaba con las conversaciones susurradas de todos en la habitación.

Aiba nunca prestaba mucha atención a sus clientes que ya estaban conversando con alguien. En lugar de eso, observaba cómo sus clientes aún silenciosos miraban alrededor de la habitación y se miraban entre ellos con menos o más interés. Teniendo una gran imagen, enviaba a Ohno con tragos y órdenes estrictas de un poco de conversación. Usualmente sólo un pequeño empujón de su parte era necesario antes que los clientes tomaran iniciativa, después viéndose sorprendidos mientras se acercaban a alguien. Muchos iban por sí mismos, curiosos sobre el lugar en boca de todos y la magia romántica que había en ese lugar. Muy pocos se iban de ahí solos.

Aiba terminó el trago, mirando a la chica. Se veía muy nerviosa, echando un vistazo alrededor suyo inquieta. Tal vez demasiado nerviosa. Demasiado temprano. Dejando de lado el trago por el momento, Aiba empezó a trabajar con nuevas órdenes. Ahí fue cuando la puerta se abrió y Nino entró.

Después de él venían otros dos, uno de ellos acompañó a Nino inmediatamente hasta el bar. El otro parecía haber visto a alguien conocido y se detuvo por un momento. Aiba miró al chico que venía con Nino, con una simple camisa azul y pantalones oscuros antes de mirarlo a la cara, apreciando su cálida sonrisa ahí. Sí, este chico se veía bien, tanto en su apariencia exterior como en sus intenciones.

“Hola,” saludó Aiba, sonriendo. “¿Qué les sirvo?”

“Dos de los usuales,” dijo Nino, sonriéndole a Aiba mientras se sentaba.

“Un Martini, por favor,” dijo el chico, con una sonrisa ahora amable.

“Ya vienen,” dijo Aiba, agachándose para alcanzar unas botellas antes de levantarse de nuevo, echando un vistazo curioso al chico. “Así que tú debes ser el novio de Nino.”

“No, ese sería yo,” dijo una tercera voz.

Aiba miró hacia la derecha de Nino, viendo al tercer chico sentado ahí poniendo su mano casi posesivamente sobre la de Nino. Este chico era del tipo que parecía atractivo incluso si no fuera por la luz misteriosa del lugar. Su rostro era sin lugar a dudas hermoso.

“Ya veo,” dijo Aiba, raspando lo que le quedaba de dignidad y volteándose al chico de camisa azul nuevamente, intentando recordar si Nino había mencionado nombres de los amigos de su novio.
“Entonces tú debes...”
“Estar soltero, sí,” interrumpió el chico.

Aiba se quedó en silencio, tomado completamente por sorpresa. Sintió cómo sus mejillas se calentaban, un signo seguro de estar sonrojado. Hubiese jurado que vio el insinúo de una sonrisa pasar por encima de las características del chico.

“Aiba-chan, estos son Matsumoto Jun y Sakurai Sho,” dijo Nino, refiriéndose primero hacia su verdadero novio y después hacia el aún sonriente Sakurai-san.

Aiba se limitó a asentirles cortésmente con la cabeza antes de empezar a preparar los tragos. Resultó que Nino había ordenado dos tragos con el fin de darle uno a Matsumoto.

Todos conversaron por un rato mientras Aiba hacía mas tragos para los clientes. Aiba tuvo la impresión que Matsumoto parecía agradable y cortés. Por lo menos estaba haciendo un gran esfuerzo para llevarse bien con Aiba, algo que sólo podía ser interpretado de querer algo serio con Nino. Cuando los dos dejaron el bar, encaminándose hacia el baño, Aiba ni siquiera tuvo corazón para sentirse molesto por las cosas que más probablemente ocurrirían ahí dentro.

“Parece una buena persona,” concluyo Aiba, sonriendo educadamente a Sakurai que ahora se había quedado con él.

“Lo es,” confirmó Sakurai, con una sonrisa igualmente educada.

“Y tú estás soltero,” continuó Aiba, ahora sonriendo con más ganas. “Puedo arreglar eso. ¿A quién te consigo?”

Sakurai parecía un poco sorprendido por la pregunta, pero estaba lejos de carecer de una respuesta.

“No ordené un Matchmaker’s Delight, ¿lo hice?” le recordó a Aiba, sujetando su mitad vacío Martini.

“No, no lo has hecho,” concordó Aiba, asintiendo cortes mente. “Mi error.”

Sakurai parecía entretenido por eso.

“¿Es verdad, entonces?” preguntó, inclinándose hacia adelante con una expresión curiosa. 

“¿Puedes  emparejar a cualquiera  que ordene ese trago?”

“Todavía no he fallado,” confesó Aiba, sonriendo. “Por lo menos si disfrutan el trago. Si no, no puedo”

“De verdad,” dijo Sho, inclinándose un poco hacia atrás luciendo escéptico. “Me gustaría ver eso.”

“Entonces observa,” sugirió Aiba, recuperando el hace rato preparado Matchmaker’s Delight.

Le hizo una seña a Ohno, dándole el trago y haciendo un gesto hacia la ventana donde la chica ahora parecía un poco más cómoda.

“Bien, este es para la chica,” dijo, mirando severamente a Ohno. “Indícale el pájaro.”

“¿Entonces de verdad hay un pájaro?” preguntó Ohno, confundido.

“No,” aclaró Aiba, negando con su cabeza. “Pretende ver uno, di que es colorido y señala la casa al otro lado de la calle. Es bueno si haces un poco de escena, llama la atención. Luego di que se debió haber ido y coquetea un poco con ella.”

Ohno miró a Aiba inexpresivamente. Aiba podía sentir a Sakurai mirándolo curiosamente, pero intentó ignorarlo.

“¿Perdón?”, dijo Ohno, alzando sus cejas. “¿Intentas emparejarme ahora?”

“Por supuesto que no,” suspiró. “Pero necesito que uses una buena táctica para ligar utilizando al pájaro. Di algo sobre cómo es el pájaro... Un ave del destino, eso es bueno. Cuando vuela, la gente se junta. Sí, eso funciona.”

“¿Hablas en serio?” verificó Ohno de nuevo.

“Sí,” confirmó Aiba, haciéndole señas para que se fuera. “Ve, ha estado esperando toda la 
vida...”

Mientras Ohno se apresuraba, Aiba echaba un vistazo hacia el amante de aves. No debió haber sido necesaria la ayuda de Ohno para atraer su atención, porque el chico ya estaba mirando en dirección a la chica. Posiblemente ha estado haciendo eso desde que le pidió a Ohno que lo hiciera mirar hacia ese lugar.

Ohno le sirvió el trago a la chica, miró hacia afuera de la ventana y pensó por un momento. Luego empezó a indicar hacia afuera, hablando muy rápido y señalando con su mano hacia al menos cinco direcciones distintas. La chica parecía confundida, tratando de identificar al no-existente pájaro por el que Ohno tanto gesticulaba. Aiba podía ver al amante de aves bastante interesado. Entonces Ohno dejó de señalar y se volteó hacia la chica con una sonrisa que parecía tal vez demasiado amigable.

Fue entonces cuando el chico se movió.

Aiba se felicitó a sí mismo silenciosamente por otra victoria mientras veía como el chico se aproximaba a ella. La chica estaba mirando a Ohno con una expresión un poco asustada mientras le hablaba, justo cuando Ohno se dio cuenta de su expresión algo negativa y encontró una razón para darse la vuelta e irse, el chico apareció.

Aiba intentó escuchar lo que estaban diciendo, pero era difícil. Parecía haberle preguntado a la chica si se encontraba bien y después decirle algo acerca del pájaro.

“No lo sé, no lo vi muy bien,” dijo ella, negando con la cabeza y mirando hacia el suelo.

“¿Notaste algo? cualquier cosa,” intentó el chico, mirando esperanzadamente por la ventana detrás de ella.

“Bueno, ha volado,” dijo la chica, atreviéndose a mirarlo. “Cuando vuela, la gente… se junta.”

El chico la miró, sorprendido. Su rostro tenía una expresión totalmente diferente. Se veía de algún modo tocado.

“¿Eso crees?” preguntó silenciosamente, haciendo temblar a la chica con su bajo tono de voz.

“Era un ave del destino,” continuó la chica, pareciendo no muy convencida de lo que estaba diciendo.

Hubo un breve silencio entre ellos. El chico preguntó por su nombre.

Mientras empezaban una conversación, Aiba sonrió contento. Ohno volvió al bar, negando con su cabeza a la escena.

“Sólo un amante de aves podría caer por eso,” dijo suspirando. “Está interesado en ella, ¿pero qué pasa con el punto de vista de la chica sobre él?”

“Bueno, considerando el cómo la acabas de intimidar, creo que lo más probable es que vea a este otro tipo como una especie de salvador,” concludió Aiba. “Ese era el plan, de todos modos.”

Ohno se quejó, pareciendo como si quisiera golpear a Aiba.

“Estupendo, así que ahora me odian,” alegó. “Aunque haya sido yo el que plantó esas palabras en su boca. Podría jurar que dijo eso sólo porque no tenía algo más que decir.”

“Sí, y tuvieron suerte,” agregó Aiba, chasqueando los dedos como para ilustrar lo que había sucedido. “Un mágico momento, un momento perfecto de uno en un millón. No hay duda, intentarán ir más lejos.”

Ohno sólo negó con su cabeza antes de tomar una bandeja con tragos servidos e irse a servirlos.

“Impresionante,” dijo Sakurai, haciéndole recordar a Aiba que aún estaba ahí.

Estaba mirando a Aiba con una expresión intrigante.

“¿Qué hay dentro del trago?” preguntó. “En el Matchmaker's Delight.”

“No mucho,” admitió Aiba. “En primer lugar, no tiene alcohol.”

“¿De verdad? preguntó Sho, sorprendido.

“Sí,” dijo Aiba, sonriéndole. “Soy de la opinión que para crear un momento mágico de uno en un millón, ninguno de los dos debe haber bebido. Sólo eso lo hace especial, en la mayoría de los casos.”

“Aporpiado,” admitió Sho. “Entonces, ¿qué contiene?”

“Jugo de pinapuru fresco,” dijo Aiba, señalando una botella.

“Querrás decir piña”, corrigió Sho en un tono de voz amable.

“Sí, tal vez,” dijo Aiba, encogiéndose de hombros. “Después lleva hielo y solo un toque de vainilla. Eso es todo.”

“¿Y la gente ordena eso?” preguntó Sho, confundido. “Digo, ¿no vienen a estos lugares y ordenan algo que contenga alcohol?

“No desde que el rumor comenzó a esparcirse,” rió entre dientes al decirlo. “Ahora todos vienen a Pikanchi por el Delight.”

“¿Pikanchi?” repitió Sho, alzando una ceja en signo de pregunta.

“Significa Camino Brillante,” explicó Aiba. “Creo que de algún modo simboliza un nuevo comienzo, además de sonar genial.”

“Así que la gente viene aquí para encontrar a alguien, y si no les gusta el Matchmaker’s Delight, no los puedes emparejar,” concluyo Sakurai, aparentemente muy interesado. 

“¿Por qué?”

Aiba vaciló un momento. Una cosa era hablar sobre el método del trago, pero esto era lo que consideraba el truco real del negocio. Sin embargo, mientras Sakurai lo miraba expectante, sintió que no quería decepcionarlo al negarse a contestar.

“El sabor,” adimitió contento al ver la expresión interesada de Sakurai. “Es fruta dulce y vainilla, una combinación muy simple. A la mayoría de la gente le gusta, y eso demuestra que la mayoría no son muy complicados. Buscan a alguien que les de consuelo y seguridad, alguien que se preocupará de ellos y los tratará bien. Alguien dulce. Todo lo que necesitan es  sincronización. Quieren un sentimiento mutuo de ‘esto es, esto es lo adecuado’. Una vez lo tienen, se atreven a tener esperanza y ese es el primer paso para construir una relación. Los ayuda a hacer un esfuerzo para que funcione. Así que todo lo que hago es empujarlos en la dirección correcta, y ellos se harán cargo del resto.

Aiba hizo un gesto deliberadamente hacia el chico y la chica cerca de la ventana. Ahora estaban sentados en una mesa y él estaba sonriendo por algo que ella había dicho.

“Ya veo,” dijo Sakurai, asintiendo. “¿Así que crees que la mayoría de la gente puede encontrar a alguien fácilmente si sólo abres sus ojos por un momento?”

“Bueno, sí,” dijo Aiba, sonriéndole.

“¿Qué hay de ti, entonces?” preguntó Sakurai, inclinando un poco la cabeza y sonriéndole amablemente a Aiba.

Aiba pestañeó, sorprendido. Esta era sin duda la primera vez. La gente por lo general no coqueteaba con él en su propio bar. Se calmó un momento después, poniendo sus pensamientos en la pregunta real.

“No me gusta la vainilla,” respondió con tiempo, negando con su cabeza.

Sakurai parecía sorprendido y estaba apunto de preguntar algo más cuando Ohno llegó, dejando una bandeja vacía. Aiba no se había percatado que la bandeja había dado con una vela de cera hasta que la vela cayó sobre su mano, desparramando toda la cera.

“Mierda,” dijo Sakurai, sobresaltándose. “Eso puede causar una quemadura, necesitas agua fría y...”

Aiba, sin embargo, estaba inspeccionando la cera con un leve interés.

“En realidad no está caliente,” dijo, quitando un poco y asintiendo con la cabeza, tranquilo, hacia un sobresaltado Ohno. “Está bien, en realidad no duele.”

Sakurai se quedó en silencio, mirando cómo Aiba calmadamente quitaba la cera de su mano y luego la lavaba. Su mirada quedó intrigada en la mano de Aiba por un momento antes de que cambiara el tema.

Sakurai se quedó en el bar por el resto de la noche. Matsumoto y Nino salieron del baño luego de un rato, despidiéndose antes de irse, pero Sakurai no se movió para seguirlos.

“Harás bien al no salir con ellos dos solos,” aconsejó Aiba. “Son agradables y todo, pero lo más probable es que sientas que estás sobrando.”

Aiba aceptaba esa razón fácilmente, pero aún se preguntaba por qué parecía que Sakurai tenía todo el tiempo del mundo. De todos modos, su compañía era muy agradable. No solo se veía bien, también era muy encantador y frecuentemente muy divertido. Hablaron sobre tragos, sobre los shows de televisión más nuevos, sobre los otros clientes. Aiba logró juntar un par de posibles parejas más antes del término de la noche, y a las dos cuando el club cerró las parejas se fueron juntas.

“No volverán a venir,” le dijo Aiba a Sakurai mientras ordenaba las últimas botellas antes de limpiar el mostrador. “Nunca lo hacen. Mi teoría es que prefieren pasar el tiempo juntos.”

No le importó que Sakurai se quedara mientras limpiaba, pero cuando se iban acercando a la puerta se dio cuenta de que el escenario se podría poner un poco extraño.

“Bueno,” empezó a decir rápidamente mientras cerraba la puerta con llave, “fue un gusto hablar contigo, y...”

Levantó su mirada, quedándose en silencio mientras veía como Sakurai se acercaba a él. Silenciosamente, Sakurai alzó una de sus manos y la pasó lentamente por el cabello de Aiba, deteniéndose en la parte de atrás de su cuello. Sus ojos buscaron los de Aiba y quedaron observándose el uno al otro sin moverse. Como Aiba no intentaba moverse para alejarlo, se inclinó hacia adelante.

Los ojos de Aiba se movieron ligeramente al sentir los labios de Sakurai en los suyos. Suaves,  incluso  dulces. Cuidadosamente. Sonrió nerviosamente mientras su corazón se aceleraba con rapidez, extendiendo su mano para agarrarse de la camisa de Sakurai. Él, sin embargo, lo alejó.

“Me gustaría invitarte a salir,” dijo antes de darle tiempo a Aiba para reaccionar.

Aiba dudó, evitando la mirada de Sakurai y centrándose mejor en el suelo. Sakurai parecía una buena persona. Muy,  muy buena. Tanto que Aiba quería decirle sí de inmediato, pero aún así no pudo. Por supuesto que no pudo.

“Soy complicado,” dijo finalmente volviendo a mirar a Sakurai con una expresión seria. 

“Nunca estaré satisfecho con vainilla.”

Sakurai sólo asintió, no pareciendo ni sorprendido ni desanimado.

“Quieres decir, si es que comprendí bien, ¿no su sabor pero como un estilo de vida?” preguntó.

Aiba asintió, sin molestarse en añadir que en realidad también se refería a su sabor. No estaba seguro de cuánto entendía Sakurai, qué tan bien había interpretado sus palabras.

“Desde mi punto de vista, eso es un bonus inesperado,” explicó Sakurai. “¿Por qué no nos juntamos para hablar sobre ello?”

Aiba abrió su boca, queriendo preguntarle qué creía que había querido decir, pero se contuvo.

“¿Es juntarse y conversar lo mismo que... una cita ‘vainilla’?” preguntó en lugar.

Se sintió más cómodo poniendo su aún indefinida palabra código. No como si él no supiera lo que significaba, pero no estaba seguro si Sakurai estaba consciente.

“Dos pájaros, una piedra,” dijo Sakurai, encogiéndose de hombros. “Independiente de las citas, creo que necesitas a alguien con quien hablar.”

“¿Es así?” dijo Aiba, no muy seguro de lo que estaba pasando y empezando a sentirse un poco paranoico. “¿Qué tan fácil soy de predecir?”

Entonces Sho sonrió, la misma cálida sonrisa que había puesto cuando entró por primera vez al bar.

“No mucho, aún,” dijo, no ocultando mucho. “De todas formas, sólo llamémoslo una cita. Por  comodidad.”

Su esperanzada expresión hizo que a Aiba le dieran ganas de reír, aún así se contuvo.

“Bien,” concordó, sonriendo al ver la expresión de satisfacción de Sakurai. “Por comodidad .”

Intercambiaron números antes de partir, acordando juntarse el día después del siguiente. Aiba aún estaba confundido, pero pensó que definitivamente juntarse de nuevo sería un buen comienzo. Antes de irse, Sakurai plantó un suave y rápido beso en la mejilla de Aiba.

“Buenas noches, Sakurai-san,” dijo Aiba en un susurro, sintiéndose un poco jadeante.
Sakurai sonrió, llevando su mano hacia la mejilla de Aiba para acariciarla con su pulgar.

“Es Sho, o posiblemente Sho-kun,” corrigió amable. “El primer nombre está bien después de besarse.” 

Esperó expectante por un momento, aún acariciando la mejilla de Aiba.

“Sho-kun,” repitió Aiba, sintiendo el nombre extrañamente personal en su lengua. “Buenas noches, Sho-kun.”

Sho soltó una risita, moviendo la cabeza.

“Buenas, Aiba-chan.”

Entonces se dio vuelta y se fue, desapareciendo a lo largo de la calle vacía.

Durante el día siguiente, Aiba no podía sacar de su cabeza la cita, o posible conversación, con Sho-kun el día siguiente. Estaba tratando de recordar todas las cosas que se dijeron la noche anterior, pero no podía recordar si había dicho algo que sacara la verdad. La verdad de lo que Aiba en realidad quería.

Nino fue solo a Pikanchi esa noche, sentándose en el bar y fijando su mirada en Aiba.

“Así que Jun me dice que vas a ver a Sho-kun de nuevo,” dijo sin rodeos.

“Bueno, sí,” admitió Aiba, empezando a mezclar el trago favorito de Nino sin habérselo pedido. “Mañana.”

“En mi defensa, la verdad no estaba tratando de juntarlos,” dijo Nino, pareciendo muy divertido con aquello. “Aunque debo reconocer que yo estaría muy a favor de una relación entre ustedes dos.”

“Nino,” dijo rápidamente Aiba. “Quedamos de acuerdo en juntarnos una vez. Podría terminar ahí.”

“No lo creo,” dijo Nino, con una expresión de repente pensativa. “Es raro, Sho-kun. No un raro malo, sólo un poco extraño. Estaba interesado en ti incluso antes de conocerte,  sabes.”

“¿De verdad?” preguntó Aiba, muy sorprendido. “¿Por qué?”

“Creo haber mencionado algo de cómo tiendes a disculparte por las cosas,” dijo Nino, tratando de recordar. “De todos modos, algo debió haber llamado su atención porque de repente hizo un millón de preguntas acerca de ti.”

“¿Cómo qué?” preguntó Aiba, intrigado. “¿Preguntó acerca de novios anteriores? Espera, ¿sabía siquiera que soy gay? ¿Qué preguntó?”

“No lo recuerdo,” rió Nino, divertido. “Parecían más bien preguntas al azar. Aunque parecía tan desesperado por respuestas como tú lo estás ahora. Fue más allá de mi entendimiento que no empezara a cavar en tu cerebro en el momento que te vio.”

“Dijo que quería que nos juntaramos para conversar,” dijo Aiba, recordando.

“¿Es eso acaso una cita, entonces?” preguntó Nino, pareciendo escéptico.

“Sí,” confirmó Aiba, sonriendo al recordar lo que designaron conveniente la noche anterior. “Sin duda.”

“¿Dijo sobre qué quería conversar?” peguntó Nino.

Aiba dejó caer la mirada al trago ahora preparado, sirviéndoselo a Nino mientras hablaba.

“No, la verdad no,” dijo.

Era una mentira a medias. Sho-kun no había dicho exactamente cuál era el tema, pero aún así Aiba tenía una sospecha.

Al día siguiente, durante la primera hora de su cita, Aiba casi olvidó que habían cosas sobre las que tenían intenciones de hablar. De hecho, por ser Sho-kun se le olvidaron varias cosas. Olvidó lo complicadas que se podían poner las cosas si se ponían serios, lo incómodo que sería después admitir las cosas más importantes acerca de él. Olvidó que, de hecho, habían acordado reunirse en parte para hablar específicamente de esas cosas. Olvidó el tiempo, acerca de dónde estaban ni hacia dónde se dirigían.Todo en lo que se podía enfocar era en Sho-kun estando a su lado, su cálida sonrisa y gentiles ojos. Su entorno se convirtió en vitrinas de tienda borrosas, calles y gente al azar.

Sho-kun, sin embargo, no lo había olvidado. Después de un rato sugirió irse a sentar a un café, y una vez conseguido el té que ordenaron miró a Aiba con una expresión diferente. Aún sonreía agradablemente, pero había algo serio en sus ojos.

“Complicado,”empezó, confundiendo a Aiba al principio. “¿Complicado cómo?”

Aiba tuvo que pensar un momento antes de darse cuenta a lo que se refería Sho-kun. Era una continuación de su conversación de hacía dos noches antes.

“No simple,” respondió Aiba, buscando palabras mientras miraba nervioso a Sho-kun. “No me gustan las cosas dulces.”

“A pesar de que seas muy dulce tú mismo,”observó Sho-kun, continuando sin esfuerzo mientras Aiba se ruborizaba. “¿Así que no te gusta la ‘vainilla’?”

“No,” confirmó Aiba, aún avergonzado.

“Ni tampoco te gustan las rosas,” continuó Sho-kun, obteniendo otro asiento de Aiba. “En realidad, tengo el presentimiento de que debes preferir las espinas.”

Aiba lo miró vacilante, no seguro de qué decir. Sí, prefería espinas. Sho-kun debía estar extremadamente consciente de lo que quería decir con ‘vainilla’, entonces.

“Pensé que ese sería el caso cuando Ninomiya-kun te describió,” dijo Sho-kun, con su mirada fija en la expresión de Aiba. “Cuando empezaste a hablar de vainilla, me di cuenta que también lo creías. Que conocías el término correcto del estilo de vida que no te interesa. Y luego vino lo de la cera.”

Aiba arqueó sus cejas confundido, tratando de recordar.

“La vela,” dijo Sho-kun. “Se cayó, derramando cera en tu mano. Ahora, la mayoría de la gente entraría en pánico, pero no lo hiciste.”

“No,” admitió Aiba. “Porque no estaba tan caliente.”

“No, estoy seguro que no,” coincidió Sho-kun. “Pero la mayoría de la gente no sabe eso, Aiba-chan. La mayoría de la gente nunca ha intentado derramarse cera en ellos mismos y no tienen idea que algunos tipos de cera en realidad no son peligrosos.”

Aiba aún no decía nada, pero Sho-kun parecía haber obtenido toda la confirmación que necesitaba cuando Aiba mordió su labio nervioso.

“Y aunque cualquier persona sintiera que no es tan caliente, la mayoría entraría en pánico por la sola visión,”continuó Sho. “No sabrían que no dolería más a medida que pasara el tiempo y que después podrías removerlo calmadamente si no duele al principio. La mayoría de la gente vive un estilo de vida vainilla, y nunca han pensado en intentar algún otro de los exóticos sabores de la vida.”

Aiba tuvo que agachar su mirada por un momento, porque la mirada intensa de Sho-kun lo asustaba. Honestamente no podía decir si Sho-kun lo estaba tachando o no.

“Te lo has hecho a ti mismo,” concluyo  Sho-kun, inclinándose un poco hacia atrás y tomando su taza. “Lo de la cera. Cuando te masturbas.”

Tomó un sorbo de su té y calmadamente observó la expresión bastante mortificada de Aiba por encima de la parte superior de su taza.

“Y preferirías tener a alguien que te lo hiciera,” continuó Sho-kun sin piedad, aunque su tono de voz ahora era más dulce. “Aún así hasta ahora nadie ha querido. A todos les da la impresión que eres tan dulce como tu sonrisa, que nunca, jamás te gustaría duro.”

Sho-kun se detuvo, mirando a Aiba por un momento. A este punto, Aiba pensaba que Sho-kun había estado acertando a todo lo que decía por un largo rato sin obtener alguna respuesta directa. Respirando profundo, asintió lentamente antes de finalmente hablar.

“Siempre los asusta,” dijo, en un tono bastante silencioso.

Miró vacilante a Sho-kun. Este era usualmente el punto de la conversación en el que la gente se paraba y se iba. Pero esta vez no fue él quien sacó el tema. Sho-kun lo había hecho, y ahora estaba mirando a Aiba con una expresión pensativa.

“¿Entonces qué es lo que quieres?” preguntó curioso. “Para principiantes, quieres que alguien más te haga cosas a ti, ¿pero no al revés?”

Aiba sólo asintió, muy sorprendido al ver que la conversación continuaba.

“Entonces, básicamente, le quieres entregar el control a otra persona,” concludió Sho-kun. 

“¿Cuánto? ¿Cuándo? ¿Bajo qué circunstancias?”

“Eh,” dijo Aiba, no sintiéndose muy seguro o más bien estúpido. “No había pensado sobre eso.”

“Deberías,” le dijo Sho-kun. “Es extremadamente importante que lo hagas, si de verdad quieres hacer esto con alguien.”

Aiba sólo asintió, haciendo una nota mental de lo que Sho-kun había dicho.”

Entonces Sho-kun se detuvo un momento, pareciendo pensar en cómo decir algo en una frase.

“Para ser honesto,” empezó, inclinandose de nuevo un poco hacia atrás y mirando directamente a Aiba, “Soy dominante.”

Aiba lo lo miró por un momento, dándose cuenta que su boca colgaba abierta.

“¿De verdad?” dijo, sorprendido. “Sabes, nunca hubiese adivinado.”

“La mayoría de la gente no lo hace,” dijo Sho-kun, encogiéndose de hombros.

“Entonces, ¿qué rayos hacías en Pikanchi?” preguntó Aiba, completamente desconcertado.

Sho-kun parecía confundido por la pregunta.

“No es un lugar en el que pienses encontrar otra cosa que no sea vainilla,” explicó Aiba. 

“De hecho, la gente va por la vainilla. Yo sabría, porque mezclo y emparejo.”

“Bueno,” dijo Sho-kun, divertido, “He ido porque Ninomiya-kun nos contó a todos sobre su mejor amigo que es demasiado bueno y siempre hace todo lo que los demás le pidan que haga. Aparentemente, le gusta ser de uso para otros a un nivel que en realidad no es bueno para él.”

“Cómo sea,” dijo Aiba, despidiendo con impaciencia la lengua de Sho de su explicación. 

“Realmente no sabrías si yo estaría, bueno, tú sabes, Interesado.”

“Siendo sumiso,” aclaró Sho-kun.

Aiba sintió que sus mejillas se acaloraban de nuevo, aún así no protestó.

“De hecho, deben haber un montón de otros lugares a los que podrías haber ido donde sabrías que encontrarías alguien que definitivamente lo haría por ti,” continuó Aiba, realmente tratando de llegar a su punto. “Aún así acabaste yendo a un bar tropezando conmigo. ¿Por qué?”

“Así que lo notaste,” dijo Sho-kun, con una sonrisa más bien de satisfacción.

“Bueno, fuiste un poco obvio,” suspiró Aiba, aún así sonriendo mientras negaba con la cabeza.

“¿Entonces?” preguntó Sho-kun, inclinando su cabeza tratando de parecer inocente. “¿Te gustó tropezarte conmigo?”

“Mira, no ignores la pregunta,” balbuceó Aiba, apartando la mirada. “Estabas seguro que a nadie de ahí le interesaría, sin hablar de mí. ¿Por qué fuiste?”

Entonces Sho se detuvo para tomar un momento para pensar. En verdad parecía estar apunto de responder en serio.

“He estado en un par de relaciones no-vainilla,” empezó despacio. “Aunque ninguna de las relaciones fue bastante seria. Es como si faltara algún componente. Hemos sido compatibles en el sentido de encontrar lo que necesitamos en el otro, pero nos ha faltado el afecto fundamental. No puedes construir una relación vainilla con sólo factores convenientes, y es lo mismo con las relaciones dominante-sumiso. Así que últimamente he estado andando con gente que le gusta la vainilla, sólo para probar un poco más de cariño simple. Probarlo, por así decirlo.”

“Bien,” dijo Aiba, tratando de no rodar los ojos. “Como coquetear con un barman o dos.”

“Bueno,” dijo Sho-kun agradablemente, guiñándole un ojo a Aiba. “Sólo los lindos.”

“Bien, bien,” dijo Aiba, aclarando su garganta y tratando desesperadamente de pensar

“Pero aún así, aún estás interesado en una relación no-vainilla?”

“Definitivamente,” confirmó Sho-kun. “Aunque toma mucho tiempo construir una.”

“De verdad,” dijo Aiba, casi sintiéndose decepcionado.

Sho se debió haber dado cuenta, porque parecía bastante entretenido.

“¿Pensaste que te estaría arrastrando a casa para vertir cera en ti en este mismo instante?” supuso, riéndose entre dientes mientras Aiba se sonrojaba una vez más. “Mira, no funciona  así.”

“¿Entonces cómo funciona?” preguntó Aiba tentativo.

“Bueno, primero tienes que conocer a la otra persona,” empezó Sho. “Después viene la parte en la que hay que conversar, para saber qué es lo que la otra persona quiere y por qué. Una vez que eso está hecho, por lo general queda bastante claro si posiblemente puede funcionar o no, si es que quieren lo mismo.”

“Ok,” dijo Aiba, haciendo un montón de notas mentales. “¿Y en qué etapa estamos?”

“Creo que estamos por pasara la segunda parte,” dijo Sho-kun. “Aunque aún estamos lejos de terminar la primera, pero está bien.”

“¿Lo está?” preguntó Aiba, un poco confundido.

“Ya que la segunda parte tomará probablemente mucho tiempo, tendremos que juntarnos muchas veces, de todas formas,” explicó Sho-kun, pareciendo bastante satisfecho con esta idea. “Conocernos sucederá con facilidad.”

“Bien,” dijo Aiba, comprendiendo. “Entonces, por conveniencia, ¿podríamos llamarlo citas?”

“Apropiado,” dijo Sho-kun, sonriéndole. “Y como esto incluye muchas citas en un futuro cercano, ¿no sería más simple definirnos como ‘estar saliendo’?”

“Suena como algo bueno para contarle a nuestros amigos vainilla,” concordó Aiba, gustándole hacia donde iba todo.

“Vamos a ir con eso, entonces,” dijo Sho-kun con una sonrisa muy gentil. “Saliendo.”
Cuando dejaron el café, Aiba se sintió bastante contento con muchos sentimientos. Sin embargo, una cosa aún le molestaba.

“Sho-kun,” dijo, haciendo que lo mirara. “¿Qué pasa si no funciona? ¿Qué pasa si no queremos lo mismo y todo esto termina siendo una gran pérdida de tiempo?”

“No es una pérdida de tiempo,” objetó Sho, mirándolo seriamente. “Cuando dije que pensaba que necesitabas hablar con alguien, no decía sólo que quería esto de ti. El hecho es que quieres esto para ti, y con el fin de llegar a un punto en el que te sientas listo para llevarlo a cabo con alguien, de verdad necesitas a alguien con quien conversar. Si esto te ayuda a resolverlo, y lo hará, entonces no es una pérdida de tiempo.”

“De verdad,” dijo Aiba, permitiéndose sonreír un poco.

“Sí,” dijo Sho, alcanzando su mano. “Además, esto es agradable. Pasando el tiempo contigo es agradable. No es como si me fuera a arrepentir de intentar esto.”
Sho-kun, utilizó el control sobre la mano de Aiba para tirar de la otra, acercándola, para rápidamente rozar sus labios.

Caminaron en silencio por unos minutos más después de eso. Aiba estaba sumido en sus pensamientos, con un millón de nuevas impresiones constantes en su cabeza. Cuando llegaron a la estación del metro donde Sho lo dejaría, Sho-kun se volteó a verlo una última vez.

“Recuerda,” dijo, consiguiendo la atención de Aiba. “Piensa ¿Cómo y por qué quieres ceder el control?”

“¿Tengo tarea?” preguntó Aiba juguetonamente.

“Indudablemente la tienes,” dijo Sho-kun, sonriendo. “La próxima vez, hablaremos de eso.”

Incluso después de que Sho lo haya besado de nuevo, esta vez más largo y de una forma mucho más embriagadora, Aiba tenía una duda en la cabeza. Mientras comenzaba a caminar a casa, su mente en realidad estaba centrándose en las cosas que Sho-kun le había dicho que considerara ¿Qué quería ganar a través de la sumisión, y cómo?

Aún no lo sabía, pero definitivamente lo iba a descubrir.


Notas finales: Subiremos algunas traducciones de otros fanfics hechas por Cecii Yaoii, esperemos les guste y disfruten de ellos como nosotras ~