Capítulo 2: "Renuncia"
[Nota: En algunos nombres aparece un nº [1] y [2] el significado de estos aparecen en el pie de página].
Las cinco de la mañana llegó para el grupo de muchachos y ya era hora de retirarse a sus casas. Los guardias y fortalezas humanas echaban a los últimos ebrios de aquel antro.
— Ryutaro, es hora de irnos a casa. Ten tus bolsos y esperadnos, que iremos a cambiarnos de ropa ¿Vale? - Chinen le pasó las maletas al menor y se fue rápidamente a los baños.
— Vale~.
Comenzó a jugar con su vídeo juego, sentado en una de las sillas. En eso se le atravesó un muchacho de bolero rojo.
— Hey.
Morimoto no respondió ya que estaba demasiado concentrado en su juego.
— Hey — Dijo por segunda vez, pero nuevamente fue ignorado. — ¡HEY! — Gritó fuertemente.
— ¿Ah? — Dijo algo molesto, pero también sorprendido.
— Hasta que al fin me escuchas — Dijo con una sonrisa de medio lado.
El menor, vio al chico de pies a cabeza, le pareció extraño que un muchacho de parte de los rojos, le hablara.
— Se me hace extraño ver a un niño como tú en un lugar como este, ¿Cómo te llamas?— Le sonrió ampliamente, dejando notar sus dientes perfectos.
— No soy un niño — Dijo seco, frunciendo el ceño e ignorándolo, volviendo a su juego.
— ¿¡Eh!? ¿Qué es ese genio? — El muchacho lo despeinó y se sentó a su lado, confiadamente.
— Nada. — Ryutaro, era muy frío con las personas que no conocía.
— Jajaja, vamos, no temas, no te voy a comer— Estiró su mano — Yo soy Ryosuke Yamada ¿Y tú?
— Mh... — Dejó la vista de su juego y se dignó a mirar al castaño que estaba frente a él. Era el de antes, por el que había preguntado. Justamente recordó que era simpático o por lo menos, eso dijo Arioka —M-Morimoto... — Asintió con su cabeza, aun algo desconfiado, saludándole y volviendo su vista al juego.
— ¿Morimoto a secas?
— Morimoto... Ryutaro — Algo resignado, completó.
— Ah... ¿Y qué juegas? — Se acercó al juego y también bastante a su cara.
Ryutaro sorprendido por la confianza que había tomado el chico, se alejó y tapó el juego.
— ¿Eh? — Yamada lo miró extrañado. — Ah~ Ya entiendo ¿Eres tímido?
— N-no es eso, pero te acercaste mucho — Dijo apagando el juego.
— ¿No pensaste que te iba a besar, verdad? — Rió tapándose la boca.
— ¡No! — Bufó molesto. — ¿Conoces el metro cuadrado?
— Si trabajas en un antro, realmente no mucho.
Ryutaro lo miró, de alguna forma el mayor tenía razón. Pero no se iba a dejar ganar con una excusa tan básica.
— No soy como las otras personas.
— Lo noté, además; Te ves bastante joven ¿Cuántos años tienes?
— ¿Realmente importa? — Estaba esquivo, porque su madre desde bebé le dijo, que no conversara con extraños.
Entre tanto llegó Arioka y se sentó al lado de Yamada.
— Oh, Yama-chan ¿Ya conociste al amigo de Chinen-kun?
— Lo que he podido — Sonrió — Es que realmente es difícil sacarle algo de información.
— Ya veo — Daiki miró al menor — Ryutaro-kun, Yama-chan es de confianza, no tienes por qué ser tímido con él.
— Ok~
— ¿Cómo te fue hoy, Yama-chan? Luego del apagón te perdí de vista — Comentó el mesero.
— Ah sí, es que un viejo estaba dando bastante dinero y me quede cerca de él, gané bastante. ¡Al fin podré comprarme lo que tanto deseo!
— ¿En verdad? - Abrió sus ojos con alegría.
— ¡Sí! Remodelaré la cocina de mi casa, mamá estará feliz~
— ¿Cocina? - Preguntó extrañado Ryutaro, en un susurro pensando que no lo habían escuchado.
— Oh, sí Ryu-chan. Lo que sucede es que Yama-chan, es un cocinero de cinco estrellas y estaba ahorrando dinero para poder tener una mejor cocina ¿No es maravilloso?
— Ah, sí... — Dijo sin querer demostrar lo que pensaba realmente, de las personas que ganaban dinero de esta forma.
— ¿Y tú Dai-chan?— Consultó el de bolero rojo.
— Hm... Nada importante... - Pensó unos instantes, pero solo lo que pasaba por su mente era "Inoo Kei".
— No se propasaron esta noche contigo ¿Verdad? Ya sabes, si te pasa algo, no dudes en llamarme — Dijo defensivo, Ryosuke.
— Jajaja, Yama-chan, no pasa nada~ Además, yo soy el que te debería cuidar ¿Nee?
— Tú lo necesitas más que yo~
Apareció Kota desde su oficina y saca un vino del bar, lo limpió un poco y se acercó a los muchachos.
— Buenos días, muchachos ¿Arioka, podrías venir un momento? — Lo llamó, con el vino en sus manos.
— Buenos días— Dijeron al unísono y Daiki se acercó algo extrañado a su jefe.
— ¿Qué sucede? — Consultó en tono respetuoso.
— Sé que ya es hora de irte, pero ¿Podrías hacer este último favor?— Le entregó el vino.
— ¿A qué habitación debo dejarla?
— La trece.
— No hay problema.
Era costumbre que a veces el jefe le pidiera ese tipo de favores; que fuera a dejar vinos o cervezas a las habitaciones de atrás.
¿Qué eran las habitaciones de atrás? El antro, por ser de “buena categoría”; Tenía un pasadizo algo secreto para llegar a unas habitaciones, en donde los hombres de boleros azules hacían “su trabajo”. Arriba de estás habitaciones había un gimnasio, el cual era usado por todo el personal del antro que quisiera ir o personas exteriores, para no despertar sospechas. Aunque generalmente los de boleros rojos y azules eran los que frecuentaban el lugar por las tardes.
Daiki tomó rumbó a las habitaciones, llegando al final del antro y abriendo una puerta, qué muy bien se camuflaba con la pared, la cerró y comenzó a contar las habitaciones. El pasillo era circular, por lo que iba caminando por un semi-circulo, rodeando las habitaciones.
Por un momento se sonrojó violentamente, porque al pasar, escuchó el orgasmo de un hombre, eso le hizo poner sus pelos de punta, apuñar sus manos y correr a la habitación ordenada.
— Esta es…
Recuperando la respiración, tocó la puerta tímidamente. Adentro de la habitación no se escuchaba nada y tuvo que volver a golpear ya que se estaban demorando. Cuando iba a dejar el vino en la puerta para irse, sintió que la puerta se abrió, solo unos centímetros. Algo tímido entró diciendo “Permiso”.
— Voy a dejar esto por aquí~ — Tenía miedo de encontrarse con alguna escena no deseada para sus ojos, así que, rápidamente dejó el vino en una mesa.
Al sentir que la puerta se cerró de golpe, volteó rápidamente para ver qué sucedía. Al notarlo ahí, de brazos cruzados y de pie, mirándole fijamente, pronunciando su nombre, fue algo demasiado para él.
— Dai-chan… —Dijo en voz grave, nunca había sido así de serio y menos con él.
— … — Estaba en shock, de su garganta no emanaba ningún sonido, de sus ojos estáticos ninguna respuesta más que sorpresa.
Vio que el mayor, cerraba con seguro la puerta y de a poco se acercaba peligrosamente al menor. Daiki daba pasos en retroceso, tenía miedo.
— Inoo-chan… — Tragó saliva al sentirse aprisionado entre una pared y el mayor; que se acercaba peligrosamente. — Traje el pedido…
— Así veo… Viniste. — Quedó frente al menor, seduciéndole con su mirada.
— N-no comprendo… — Desvió su mirada, algo enojado.
— El vino fue una excusa, lo que realmente quería es a ti— Susurró en su oído.
— ¡Ya basta! — Arioka, apartó al mayor con sus manos y se dispuso a correr a la entrada para escapar.
Se sentía demasiado confuso con el mayor frente a él, susurrándole de esa forma, diciéndole esas palabras tan falsas o con tan poco amor en el fondo, sabía que, la única respuesta para que él lo quisiera ver de nuevo, era el sexo.
Inoo repentinamente y con algo de violencia lo tomó de sus muñecas y lo puso contra la pared, acorralándole ya sin escapatoria.
— ¡Suéltame! — Decía el menor, moviendo su cabeza de un lado para otro, evitando que el mayor lo besara, porque sabría que caería.
— ¿Para qué?... — Con su otra mano inmovilizó el rostro del chico y se le quedó mirando a los ojos, muy cerca de sus labios— Dai-chan…
— No… — Tenía miedo mirar a sus ojos, pero no le quedó otra alternativa. Perdiéndose en ellos—
— Te amo… — Terminó por matar la distancia que existía entre ellos, besando sus labios, en contra del menor.
Fue todo lo que pronuncio, para que el castaño abriera sus ojos y de la sorpresa no pudiera contradecir a ese cálido beso, cerrando sus ojos, como perdido por el efecto de una droga asertiva. Se dejó llevar por el momento, diciéndose a sí mismo “Será por un momento y luego me voy” El problema, es que ese “momento” se volvió en algo más que solo eso.
Oponiendo menos resistencia, dejando de mover sus manos para liberarse, comenzó a entregarse sin darse cuenta y cada vez abría más su boca, respondiendo a la experta lengua de Kei, abrigando sus labios entre besos apasionados.
El de bolero azul, soltó las manos del menor y su rostro. Lo tomó por la cintura, pegándolo en la pared y regalándole amplias caricias en su torso, sintiendo la respiración agitada de ese cuerpo, que se movía al son de los dedos del mayor.
— Mhh…~— Inconscientemente suspiraba Daiki, ya perdido en el aroma y esencia de la situación.
Además de todo, algo especial que Inoo amaba de Daiki, era lo inconsciente que era el menor con su propio cuerpo y sensualidad, aparentando o más bien, siendo alguien inocente y tierno, pero a la vez teniendo movimientos tan provocativos, como los que sus caderas proporcionaban en ese instante.
Al pensar que tenía el menor bajo sus redes, lo rodeó con sus brazos por su cintura y comenzó a llevárselo a la cama. Aun el castaño no se negaba ante nada, estaba demasiado perdido entre las caricias que le proporcionaba Kei, que hasta la mente perdía.
Sin olvidar mencionar que Daiki estaba completamente enamorado aún del pelinegro, pero completamente dolido. Porque sabía que por más que él quisiera estar con Inoo, su relación no funcionaría de una de las partes, tenía en cuenta que volvería a pasar lo que ya pasó una vez y no podía creer en ninguna palabra ahora. Porque su inocencia había sido llevada, su virginidad y su dignidad. No quería perder más de eso, ya.
Kei, llevaba al chico a la cama, entre pasos lentos y torpes de parte del menor, una parte de él si quería y el otro, tan solo quería golpearlo y salir huyendo de esa habitación.
…“Maldito el día en el que te conocí, Inoo kei”…
No podía pensar otra cosa, era su perdición. El mayor besaba ahora el cuello de Daiki, lo marcaba con pasión y sin cuidado.
— ¡Nghh! ¡B-basta! — Intentaba decir entre fuertes suspiros de dolor y excitación.
— Detenme si no lo quieres…— Desafió Kei.
— T-te o-odio… — Susurró algo poco entendible.
— ¿Qué dices? — Separó sus labios de la piel del chico, para poder mirarle, detuvo las caricias ya que estaba en una especie de shock.
— ¡Qué te odio, bastardo! — Daiki golpeó la entrepierna del mayor y comenzó a llorar de impotencia, mientras lo enfrentaba. — ¡Yo te amaba!, yo realmente te amaba. ¿Y tú? Tan solo jugaste conmigo como uno cualquiera de tus clientes. Me usaste, te di algo que pensé que era preciado y tú lo tomaste como uno más, ni siquiera tuviste la decencia de tener cuidado conmigo, me maltrataste y ni cuenta te diste… ¡Por qué solo piensas en ti!... Espero que a nadie más le vuelva a pasar lo mismo que a mí… —Arioka denotaba una mirada de odio, su rabia había florecido.
— Dai-chan…
— ¿¡Qué más quieres de mí!? Ya me tomaste, ya me usaste. ¡Déjame en paz! — El castaño salió del lugar, tapándose el rostro con un brazo, para secar sus lágrimas, cerró de un portazo y cayó rendido en el pasillo, casi llegando a la puerta de salida.
— Dai…— Inoo Kei, quedó en la habitación, adolorido pero con furia de si mismo. Arrugó las sábanas de la cama con sus puños y comenzó a llorar en silencio.
— o —
— ¿Y Daiki?— Preguntó Chinen cuando llegó donde Ryutaro, que aún jugaba su vídeo juegos, luego de que Yamada se había ido a cambiar de ropa.
— …— El menor solo se limitó a negar con su cabeza, diciendo que “no lo sabía” siguiendo concentrado en su consola portátil.
— Hey, ya deja eso~— El mayor de ambos, le quitó la DS, dejando a Morimoto con un puchero en sus labios y una mirada de furia.
— Si no fueras tú, ya te habría estrangulado— Se resignó, por perder su 5º oportunidad de ganar esa etapa.
— Yo soy más importante, ahora— Demandó Yuri.
— No lo niego, así que no te preocupes— Le sonrió tranquilo, quitándole la consola para apagarla.
Hikaru, había llegado unos 5 minutos después y Yamada igual, solo faltaba el castaño de bolero negro.
— Lo estoy llamando— Dijo el rubio.
Arioka sintió su móvil e intentó tranquilizarse, aun estaba sentado en el piso, lamentándose.
— Dime, Hikaru— Recuperó un poco de voz.
— ¿Dónde estás? — Su compañero notó la variación de su ánimo, alejándose del grupo para hablar mejor, diciendo cosas sin sentido a veces.
— E-estoy en… — Comenzó a ponerse de pie.
— ¡Pero Daiki, apúrate, pareces mujer! — Comentó Yaotome, mientras se alejaba más del grupo, para no preocuparlos.
— ¿E-Eh? ¿Qué te pasa? ¡No soy una mujer!— Gritó fastidiado, no quería seguir peleando.
— Ya no te preocupes “Yushiko” [1] — Se aseguró, que no lo escuchaban— Dime, ¿Qué sucedió? — Seriamente preguntó.
— ¿Eh? ¿A-a qué te refieres?— El menor cada vez le entendía menos.
— Tranquilo, nadie te está escuchando, solo yo. Tu voz es temblorosa, has llorado y no me lo puedes negar, porque te estoy viendo— Abrió la puerta “secreta” del pasillo para llegar a las habitaciones, encontrándose con los ojos sorprendidos e hinchados del menor — Daiki…
— Perdona… — Colgó su teléfono, guardándolo en su bolsillo.
— ¿Te has encontrado con Kei?— Indagó sin más.
— …— Solo se limitó a asentir, antes de romper a llorar nuevamente. — Lo lamento… ya no puedo más…
— No te preocupes— Hikaru se acercó al castaño, consolándole.
Ambos se quedaron unos instantes en el pasillo, el rubio intentó cuidar del menor, secándole las lágrimas, subiéndole el ánimo. Llegaron al acuerdo de no preocupar a los demás y que en la noche hablarían mejor.
Volvieron donde los demás, Yaotome cubrió al menor, para que no le hicieran preguntas por sus inevitables suspiros, respondiendo por él.
— He aquí nuestro hogar.
El grupo de a cuatro, había llegado a una casa pequeña por fuera, pero muy al estilo japonés antiguo, lleno de flores en su entrada y una puerta corredora de madera. Entraron y muy cansados hicieron turno para ducharse. Los meseros primero, luego el par de viejos amigos.
— Nee, Ryu. ¿Aún no bebes verdad? — Comenzó a hervir agua, dejando la tetera encima del fuego.
— I-e, es decir, lo he probado pero no fue de mi agrado ¿Y tú, Chii?
— Cuando vives en un antro la mitad de tu día, es difícil no haberlo probado. Pero, tampoco bebo — Sonrió orgulloso.
— Me lo imaginada de ti, jaja— Se echó encima de un sillón que había, mirando el techo. — ¿Desde cuándo que viven aquí?
— Pues desde que Hikaru entró, el me invitó a mi y Daiki a vivir con él, además de que necesitaba ayuda para pagar la renta, pagamos la casa entre los tres.
— Ya veo, suena divertido~
— No niego que vivir con ese par, es divertido. En especial cuando Hikaru… —Chinen sacó su celular, para revisar algunos mensajes que tenía, desconcentrándose de lo que hablaba.
— Cuando Hikaru…— Repitió, esperando la continuación, levantando su cuerpo del sillón y mirarlo.
— ¡Ah! Cuando Hikaru hace alguna travesura— Sonrió amplio e inocente, guardando su distractor en el bolsillo.
— ¿Con quién te envías mensajes? —Preguntó algo atrevido, el menor.
— Ah… esto, no es nada— volvió a mostrarle su sonrisa, y fue a ver la tetera que ya comenzaba a sonar.
— Lo descubriré, y lo sabes. ¿Prefieres que lo investigue por mi lado?— Persuadió.
— Hazlo, descúbrelo— Sonrió de medio lado y sirvió un té verde y otro rojo.
— Está bien— Sonrió igual, volviendo a tirarse en el sillón, pero esta vez cerrando sus ojos y haciendo un silencio, mientras miles de cosas que había vivido ese día se cruzaban por su mente, como aquel chico del bolero azul, que quería golpear.
— El que te debía — Dijo Yuri, poniendo la taza en el rostro del menor, despertándolo de sorpresa de su trance.
— ¡Ah! ¡Quema!— Se puso una mano en su mejilla y recibió la taza, con el ceño fruncido y su mejilla roja.
— Lo sien-to~— Rió burlón.
— Hm…— Bufó y luego sonrió leve, demostrándole que realmente no estaba enojado.
— o —
— ¿Y? ¿Qué pasó?— Preguntó el mayor, mientras se lavaba los dientes.
— Nada… bueno sí, pero nada— Decía con la mirada perdida, secando su propio cabello.
— ¿Cómo que nada? — Escupió el agua con pasta dental, para hablar mejor. — ¿Hablaron, se besaron, te dijo algo?
— ¿Quién es la mujer aquí? Estás peor que una y una bien metiche además — Estiró sus labios fruncidos.
— ¡Jajaja! Hola, puedes decirme Hikari [2] — Bateó las pestañas, poniéndose la toalla que rodeaba su propio cuello como “cabello” falso de mujer, sobre su cabeza.
— ¡Ajajaja! Idiota~— Rió un poco, le encanta poder reír, aún así en un momento como este. Hikaru era el único que podía hacer eso— Hikari, tienes pasta dental en tu labio — Apuntó divertido, riendo leve.
— ¡Oh! ¡Qué vergüenza!— Dramatizó con voz agudiza— Tal vez, Daiki-sama quiera quitármela con uno de sus besos– Yaotome estiró sus labios, en forma de broma.
— ¡Idiota! ¡No! ¡Jajaja! —El muchacho quitó al mayor de su encima y ambos comenzaron a reír.
— Ahh~ Está bien ¿Me dirás?— Terminó de lavarse sus dientes.
— Bueno… — El afectado se acomodó en la cama, sentándose con sus piernas cruzadas– Yabu, me envió a dejar un vino, tú sabes, a veces lo piden.
— ¡Yo sabía que Yabu estaba metido en esto, mañana lo golpearé!
— Tú que puedes… Aún no comprendo, porque te tiene tanta buena a ti, si eres el peor empleado de todos— Bromeó.
— “Privilegios” de ser el mejor empleado, se llama eso— Respondió en un tono de falso ego.
— ¡Jajaja!~ Cosas qué dices… — Arioka no sabía si reír o estar preocupado por lo que contaba, con el otro chico, no se podía entablar una conversación seria.
— Ya, continua, ¡No te desvíes!— Se secó rápidamente el cabello, para sentarse cerca del menor.
— Ah… fue él quien había pedido el vino, pero en realidad era una trampa para mí, me encerró, me besó, me mordió, me dijo que…— Comenzó a callar sus palabras, realmente recordarlo era algo punzante para su pecho— Me amaba… otra vez…
— Mentiras, mentiras, mentiras por todas partes…
— ¡Lo sé! Sí, luego de eso, golpeé su entrepierna y le dije un par de cosas, que con la adrenalina ya no recuerdo… — Miró hacia arriba, para tomar un respiro— Pero le dije que me dejara en paz, que no jugara conmigo otra vez— Sonrió sin ganas— No puedo seguir así…— Apretó sus ojos, para no volver a llorar.
— ¡Espera, espera, espera! ¿¡Golpeaste su entrepierna!? ¡Ajajaja! Ojala quede impotente, personas como él no deberían tener el privilegio que se les levantara— Esas palabras, hicieron a Daiki sonrojar— Pero, ¿Qué harás con respecto a esto?
Entre ambos se hizo un largo silencio.
— o —
— Ya estoy limpio — Chinen, le pasó una frazada a Morimoto y se acostó— ¿Seguro no quieres dormir en la cama?
— Seguro, me gustan los futones y los sillones, no te preocupes— Al recibir la manta, se tiró encima del sillón y se cubrió— ¿Todos los días tienes que vivir con el insoportable olor a prostíbulo?
— Con el tiempo te acostumbrarás, además no viviré toda mi vida ahí, lo hago mientras ahorro un poco de dinero, lo sabes — Se acomodó en la cama cerrando sus ojos.
— Oh, la luz — Se incorporó, para apagar el interruptor y dejar la habitación oscura — Te harás daño a los pulmones ¿Sabías?
— Es algo que odio — el ambiente se hacía tranquilo, perfecto para dormir. Hasta que sonó en celular del mayor. — ¿Sí? — Contestó fastidiado, porque Ryutaro descubriría su secreto.
El menor, rió travieso, encendiendo la luz para mirar al mayor y escuchar toda su conversación, haciéndolo sentir incómodo.
— Sí, estoy bien, no te preocupes… — Se levantó de la cama, para hablar en las afueras — Sí lo recibí, espérame un momento — Cerró la puerta en la cara del chico para hablar afuera, más tranquilo.
Ryutaro se había quedado pegado escuchando a través de las paredes, no era difícil no oír nada.
— o —
La mañana para ellos se creó a eso de las una de la tarde, tenían una especie de reloj biológico, excepto Ryutaro que seguía durmiendo como un bebé.
— Iremos al gimnasio, con Daiki ¿Te esperamos allá?— Preguntó Hikaru, poniéndose sus gafas para salir.
— Creo que le iré a comprar cosas a Ryu primero, y mostrarle un poco lo que es la capital, luego iremos allá— Comentó, mientras dejaba su quinta taza sucia en el lavamanos — Dai-chan, ¿Podrías lavar eso antes de salir?
— ¿Qué?
— Por favor~— Le sonrió algo inocente y suplicante.
— ¿Cuándo contratarás a alguien? — Sonrió y lavó los platos sucios en cinco segundos.
— Si Dai-chan se ofrece y no opone resistencia, no tendría excusa para gastar más dinero— Rió burlón.
— Sí, ahora tendré más tiempo para hacer estas cosas.
— ¿A qué te refieres? — Interrogó Yuri.
— ¡Ya! ¡Vamos!— El rubio, tomó al castaño del brazo y se lo llevó.
Chinen los miró desconfiado, algo tramaban y no le habían dicho.
Ya se había cambiado de ropa, no hallaba que más hacer, aunque la casa estuviera dada vuelta hacia arriba, no pensaba ordenar, mucho menos por ocio. Tomó su celular y envió un mensaje, le sacó una foto al menor durmiendo, comenzó a picarlo con su dedo, hasta despertarlo, por fin.
— Hasta que al fin despiertas.
— ¿Mh? — Se dio media vuelta, para seguir flojeando.
— ¡Ryu-ta-ro~! — Gritó en su oído — ¡Despierta!
— ¡AH!— Tapó su oído — ¿Por qué tanto alboroto? Aún es temprano.
— Morimoto Ryutaro, si no te levantas ahora, tu DS sufrirá las consecuencias — Amenazó el más bajo, con el juego en sus manos.
— ¡Oye, la DS, no! — Se puso de pie enseguida, intentando quitarle el aparato y que por suerte de altura, lo pudo hacer sin problemas.
— Malditos chicos altos— Dijo despreciativo. — Ya, apúrate. Que aun debemos hablar con Yabu y comprarte unas cosas.
Ambos chicos, tomaron sus cosas alistándose para salir. Fueron al centro de Tokio a comprar ropa para el uniforme de Ryutaro, alimentos preferidos del chico y una que otra tontería que para él era importante. A las 3 de la tarde ya estaban en el “gimnasio”. Debían subir al último piso, pero antes Chinen debía inscribirlos.
— Sube primero, por ahí ¿Ves el ascensor? — Le dijo, apuntando.
— Sí ¿Tú no vienes? — Preguntó, tomando las bolsas.
— Ya voy, debo inscribirte primero, como no sabes lo haré por ti— Le sonrió como siempre. — Ya, ¡shu, shú!
— Ya voy~— Dijo en voz floja.
Caminó hasta el ascensor con las manos en los bolsillos, apretó el botón para que llegara a su piso. Era su día de suerte, al momento que se abrieron las puertas dos hombres que recién el día de ayer había conocido, se la presentaron en frente y no tenían ni el más mínimo indicio de bajarse.
Ryutaro abrió sus ojos, tenía miedo ahora de subir a aquel ascensor, no quería compartir espacio físico, con el barman alto de la noche anterior y mucho menos, con el muchacho de bolero azul.
— ¿Hee?— Susurró para sí, subiéndose con miedo y resignado.
El amigo del “prostituto” codeó y tosió en forma de señal, haciendo que Ryutaro se diera cuenta de esto, frunció su ceño molesto y los miró de reojo, tomó un largo suspiro y las puertas se cerraron. Había comenzado su infierno.
Como nunca el ascensor se demoró más de la cuenta para llegar al último piso, es cinco segundos Morimoto ya tenía claustrofobia y autismo.
En esa espera interminable, Keito y Yuto se mandaban miradas discretas detrás de la espalda del menor y una que otra risilla salía de ambos. A Ryutaro, extrañamente eso le irritaba.
— ¡Sí tienen algo que decir, díganmelo a la cara! — Bufó, sorprendiéndose hasta él mismo.
Las puertas del ascensor se abrieron y los pasos del menor, era como si huyera de ahí, ambos hombres salieron tranquilamente.
— ¿Sabes su nombre?
— ¿Qué? ¿Ya quieres llevártelo a la cama?
— …— Keito se quedó mirando los torpes pasos del chico, que le causaban gracia — Tal vez…
— Nunca cambiarás — Nakajima, lo tomó del brazo y se lo llevó en signo de negación.
Morimoto corrió hasta esas máquinas para correr y se afirmó en una pared, resbalándose por esta, haciéndose un ovillo y respirando.
— ¿Qué te pasa, cómo dices esas cosas, tan rápido te irritaste, ahora parecerás el “idiota de Okinawa”— Se decía a si mismo.
— ¡Pero qué tenemos acá! Veo un… ¿Hámster escondido?— Dijo un buen chico rubio.
— ¡H-Hikaru-kun! ¿Q-Qué haces aquí? — Se puso de pie inmediatamente. — Además… ¿Cómo me llamaste?
— Hey, si mírate, tienes cara de Hámster — Yaotome tocó la punta de la nariz del menor y este lo veía con los ojos más grandes y furiosos de siempre. — ¿Qué va con ese humor? — rió.
— Nada de Hámster — Le quitó la mano de encima. Así es como le solían decir en la escuela, no es que le desagradara por completo, pero prefería su nombre, tal cual y como era.
— Hásmter~
— ¿Y Dai-chan? — Desvió el tema.
— o —
Arrugó el sobre que llevaba, pero sin doblarlo mucho, tenía pena, rabia. No sabía si la decisión que tomaba era buena, pero sí era la correcta, al menos para poder vivir tranquilamente. Caminó por el pasillo a paso firme, llegó a la puerta, a esa puerta que se veía tan grande en esos momentos, levantó su mano para tocar y sin más, se abrió. Se sorprendió al ver salir una persona de allí, con las manos en los bolsillos y ropa normal de calle, no era un trabajador del local, al menos no se veía así.
El hombre se detuvo a mirar quien se encontraba fuera de la puerta, y unos ojos con un mínimo brillo lo miraron de pies a cabeza. El muchacho bajó el rostro y lo esquivó por un costado, caminando a paso fúnebre.
— ¡I-Inoo-c-chan! — Detuvo Daiki, con solo su grito.
— Si vas a hacer lo estoy pensando, tira esa carta a la basura.
— ¿Eh? ¿Por qué debería hacerlo?
— ¿Vas a renunciar, verdad?
— ¿C-cómo lo sabes? — Daiki giró y vio la sonrisa de medio lado de Inoo.
— No importa eso ya, no lo hagas. Porque yo me iré.
Arioka abrió sus ojos, no podía creer lo que escuchaba, quería detenerlo, pero era ridículo. Sus sentimientos estaban encontrados.
— ¿P-por qué? ¿Desde cuándo lo decidiste?
— Supongo que al mismo momento en el que tú lo hiciste.
— ¿Y qué harás?
— Yo…— Caminó por el pasillo dándole la espalda — Entraré a estudiar… y no te molestaré más.
El pelinegro se fue, desapareciendo de la vista del castaño, dejándolo atónito por la noticia.
— ¿Irte? …
— o —
[1]: “Daiki” es el nombre masculino que significa en japonés “Árbol o árbol grande”. Yushiko, es el nombre femenino japonés, que significa lo mismo.
[2]: “Hikari” es la versión mujer del nombre “Hikaru”.
Cariño~ sigue escribiendo o3o~ <3 amé tu fic y adsasdas pobre inodai ;3;
ResponderEliminarHaremos hasta lo imposible para que termine el siguiente capítulo lo más pronto posible >:3
Eliminarwiiii <3
Eliminarconti conti conti conti porfavor!!!! esta tan geniallllll!! muero de ganas por leer el prooximo capitulo!!! conti porfavor esta ultra interesante
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